Trabajador social
Agustín Rodríguez lleva desde 2007 al frente de la parroquia Santo Domingo de la Calzada, situada en La Cañada, en Madrid, uno de los mayores asentamientos chabolistas y uno de los espacios más complejos para la intervención social. Ha sido premiado por su labor social y la defensa de los derechos humanos.
Cañada existe desde hace más de 50 años y es, ante todo, un espacio muy diverso. Viven unas 8.000 personas, muchas de ellos niñas y niños y miles de personas gitanas. Se extiende por una franja de 16 kilómetros en terrenos de tres municipios madrileños. Es un espacio segregado, desde hace dos años con cortes de luz en los sectores más vulnerables que han afectado a más 1.800 niñas y niños.
Agustín Rodríguez despliega su conocimiento de los vaivenes de La Cañada, enquistada en una historia compleja y en los últimos tiempos convertida en una suerte de esparrin de la confrontación política. Pero Rodríguez aporta una visión comprometida, propia de quienes se remangan para transformar las debilidades del sistema. Su relato sobre Cañada le lleva a poner el foco en las administraciones públicas, esas que, asegura, consideran Cañada como una suerte de “caja de pandora” o “patata caliente” y hoy “han perdido la fe para buscar soluciones y han entrado en una dinámica de que esto es muy complejo y cuanto antes se lo quiten de encima, mejor”.
Recuerda que hubo un momento en el que “se adoptó una fórmula -el Pacto regional-, que no partió de las administraciones, sino que estas se sumaron y consolidó una metodología de intervención social. Tenía una perspectiva comunitaria y era una buena respuesta”.
Después han ido sucediéndose acontecimientos: una pandemia, el temporal Filomena, cortes de suministro eléctrico, la crisis actual, las broncas políticas y otras situaciones que dificultan más aún cualquier avance.
Frente a asentamientos como Cañada y otros espacios vulnerables, reclama a la sociedad que “redescubra qué significa de verdad ser un Estado de derecho”, apela a “ser decentes” y profundizar en lo que significan los derechos: “Tenemos el derecho a la vivienda, sí, pero ese derecho hay que construirlo. Tenemos que preguntarnos: ¿qué significa? ¿en qué condiciones?”. “Lo primero es ser decente y crear un marco político sobre derechos humanos, porque no basta con tener derechos”, insiste.
Por eso, pide “volver a creer en que lo que habíamos construido y que merecía la pena y restaurar los puentes dañados”. “Es momento de construir”, concluye.